Esta semana se dio a conocer que Bob Iger, CEO de la compañía, confirmó en una entrevista que Disney experimentará un «cambio dramático» al abandonar el activismo, tras anunciar la eliminación de una historia transgénero de la serie animada de Pixar Win or Lose.
«Reconocemos que muchos padres preferirían discutir ciertos temas con sus hijos en sus propios términos y en su propio tiempo», ha afirmado el máximo jerarca de la marca de peliculas para niños y adolescentes en conversación con Los Ángeles Times, anunciando un giro radical en su gestión. «Nuestra misión principal será entretener y vender entradas. No nos guiaremos por ninguna agenda».
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¿Por qué se tomó esta decisión?
Los fracasos de películas como La Sirenita, Lightyear, Elemental, Un Mundo Extraño, Indiana Jones: El Dial del Destino, Wish, The Marvels y She-Hulk llevaron a Disney a cerrar su último periodo fiscal sin que ninguna de sus producciones superara los 1.000 millones de dólares en taquilla por primera vez en 10 años. A esto se suman el rechazo y la polémica de Snow White, la cancelación de The Acolyte (el producto de Star Wars peor valorado en la historia de la saga, incluso comparado con el infame episodio navideño), las millonarias multas por criticar la legislación anti-LGBTQ+ en Florida para evitar el cierre de su parque temático en Disney World, y los 15 millones de dólares que tuvieron que pagar al presidente electo Donald Trump para evitar llegar a la Suprema Corte. Todo esto ha forzado a Disney a tirar la toalla finalmente.
«Nuestras empresas crean productos de entretenimiento cuyo éxito depende de los gustos y preferencias de los consumidores, por lo que Disney ya no entrará más en el campo político» aclaró Iger durante la reunión de inversores de la empresa. «La política es mala para los negocios y nuestra misión principal debe ser entretener, no guiarse por una agenda».